miércoles, 20 de febrero de 2013

En Orihuela

...su pueblo y el mio, 
se me ha muerto como del rayo 
Ramón Sijé, a quien tanto queria...

Querido Miguel,
Ayer estuve en tu casa, llegué caminando por una calle que ahora lleva tu nombre. Hacía frio pero habia sol, era jueves a la mañana. Algunos vecinos hablaban de uma puerta a otra.
A tu casa le daba de lleno la luz, y cuando entré por un momento se veia todo oscuro. Después vi la salita pequenã, el cuarto que compartias con tu hermano y la cocinita, al lado del patio. Atrás estaba el huerto y tu higuera. Sí, todavia está ahí, la cuidan bastante porque saben lo que significaba para vos. Justo al lado de la higuera se abre una puertita que lleva al monte, donde ibas a pasear las cabras.

Que raro el tiempo, parecia que estabas por ahí, parecia que todavia estabas escribiendo algo, sentado en una piedra mirando el monte de vez en cuando, para no perder de vista al rebaño.















Calle Ramón Sijé




































La foto puede ser malisima, pero yo estaba muy emocionada



Calle Miguel Hernandez. Me sacaron a la fuerza, no me queria ir...



Colgado de un barranco...

Después de una vuelta por Jerez de la Frontera, donde lo mejor que nos pasó fue tomarnos un jerez e ir a un bar de viejo buenisimo, pasamos, como de casualidad, por Verjer de la Frontera, un pueblo blanco. Ya era de noche y tocaba una musica de navidad que aire moro (si es que eso existe). Fue una de las cosas más mágicas de todo el viaje.

 

Algunos dias y unas cuantas copas de vino después, fuimos a la tan imaginada Ronda. Es un lugar impresionante, parado en el tiempo. Pero aca tengo que reconocer que el exceso de turismo me rompió un poco la cosa. Entiendo que el turismo sea una de las principales industrias de España, pero que te vendan todo todo el tiempo, es un poco exagerado.




El tercer pueblo blanco que conocimos (gracias a la valiosa recomendación de Joma) fue Frigiliana. Aca sí, esto te parte la cabeza. Yo no podia dejar de cantar

...colgado de un barranco
duerme mi pueblo blanco
bajo un cielo que a fuerza de no ver nunca el mar
se olvidó de llorar...


Pero la canté mucho mucho. Habia una casa donde ponias una moneda y en una ventana aparecia un teatrito mecanico. Callecitas de cuento. Comidas en las terrazas de las casas (ajo blanco, morcillas, tortillas, vinitos). Que lindo que es este lugar, gracias Joma por hacerme ir aca!

Quiero ser este gato  vivir para siempre en este pueblo. Nos quedamos toda el dia, sentados al sol (sí, solo nos faltó la boca abierta al calor, porque estaba fresco) charlando y viendo la tierra girar.
Los últimos tres pueblos que visitamos (gracias a Cacho, que nos tiró la posta) fueron Capileira, Bubión y Pampaneira, en Las Alpujarras, Sierra Nevada. Aca, miren:


Este es Pampaneira, donde dormimos. Te alquilan una casita, con tu chimenea y tu leña, y aca si que te querés quedar a vivir contemplativamente por el resto de tu vida. Te comprás un vino, unos quesos y jamones de la región, y sincera y egoistamente se los digo, te importa todo un pedo. Por ese dia la injusticia del mundo y la explotación del hombre por el hombre, no parecen tan graves...

Que lindo que es España, la puta madre.

domingo, 17 de febrero de 2013

O CARNAVAL é em Olinda!

Imaginen la banda de música de una película de Kusturica corriendo de un lado para otro en un escenario de un cuento de Jorge Amado, ahora multipliquen esto por 100 y se podrán dar una idea aproximada de lo que es el carnaval en Olinda, Pernambuco.
Bajo un cielo azul infinito y un sol que raja la tierra, miles bailan, beben, hacen música y se divierten en la calle, disfrazados de bailarinas, hadas, flores, payasos o de lo que la imaginación permita. La diversión es gratis, es ser feliz porque si, reirse de estar vivos y poder saltar por las laderas de esta ciudad de locos.
Decenas de blocos pequenios pasan corriendo de un lado para otro, si uno va simplemente caminando por la ciudad es atravesado y cargado por estas bandas de bronces desquiciados, guiados por los mas diversos y coloridos estandartes.
Y de repente, a la vuelta de la esquina, surgen muñecos gigantes (los famosos bonecos de Olinda), , que desfilan por la calles empedradas, pasando enfrente de las casitas coloridas, como salidos de un sueño surrealista.


Este es el mejor carnaval del mundo, Rio de Janeiro no le llega ni a los talones, porque aca es otra escala, otra relación con la tradición, con la música, con la ciudad. Creo que nadie deveria morir sin ter visto por lo menos una vez lo que es el carnaval en Olinda.
Aclaro que las fotos no son mias, son del diario de Recife, porque en estos momentos no habia lugar para la camara en la mano, era demasiada emoción.

1959

1959
Foto de los guerrilleros en el hotel

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